Como comentábamos en el anterior post, de los seis días que
estuvimos por tierras bávaras dedicamos dos a excursiones cercanas, una de
ellas al castillo de Neuschwanstein, que es la que voy a contar hoy.
Lo guay que tiene esta zona es el Bayern-Ticket, un billete
de transporte con el que puedes viajar durante toooodo un día por la región y
parte de Austria, y por si fuera poco, se puede compartir hasta con cinco
personas, con unos precios que oscilan desde los 23€ para una persona hasta los
39€ para cinco. Un chollo teniendo en cuenta que incluye toda la red de
cercanías, el tren suburbano, el metro, el tranvía, los autobuses locales y
casi todos los autobuses de línea. Este billete lo pudimos comprar sin problema
en las máquinas de la estación central de München (München Hauptbahnhof).
Para llegar al castillo hay que tomar un tren hasta la
localidad de Füssen, y desde allí, un autobusillo que sube hasta Hohenschwangau. Según mis notas, había dos
autobuses válidos, el 73 y el 78, y en ambos se aceptaba el Bayern-Ticket,
igual que en el tren.
Camino de ascenso a Neuschwanstein |
De todas formas no
tiene pérdida, porque nada más subir en el vagón te das cuenta de que no eres
el único turista al que se le ha ocurrido hacer la misma excursión, así que
sólo hay que seguir a la masa ;-)
Este viaje en tren hasta Füssen, de unas dos horas
de duración, fue el que nos dio las mejores anécdotas del viaje. Cuando nos
montamos ya estaban pillados todos los asientos con ventana (ouch!), así que
nos sentamos al lado de un chaval que tenía los pies apoyados en el asiento de
enfrente, con los cascos puestos y metido en su mundo. Perfecto para ir
nosotros también a nuestra bolilla. Pero el tren seguía llenándose y al final
apareció una señora, que rondaría los 60 años bien llevados, con una mochila,
una gabardina y unas gafas tipo Elton John, que hizo al chaval bajar los pies
del asiento con un gesto así como “fus fus”, y con eso completamos nuestros
cuatro sitios.
Todo transcurría con
normalidad, íbamos leyendo la guía o un periódico gratuito que había pillado en
la estación ( sí, en alemán… ¡pero me entretenía con las fotos! ), cuando
apareció el revisor: un alemán grandísimo en manga corta con los brazos
tatuados. Por el tono con el que iba pidiendo los billetes parecía que estaba
ya hasta el moñen de tener que lidiar con tanto güiri que le miraba con cara de
conejito asustado sin entender ni papa. Cuando llegó a nuestra zona yo enseñé
el papelito, le hizo clic clic, y sin más. Guay. El chaval de los cascos, más
de lo mismo. La señora, ¡ay la señora! El revisor le devolvió el billete
diciéndole que tenía que poner su nombre, la señora le miró en plan “excuse me?“, el revisor le espetó “your name!!! “, y a la buena señora no se le ocurre
otra cosa que darle la réplica, diciéndole que ella sabía leer y escribir el
inglés pero no sabía leer y escribir el alemán. ¡Lo que le faltaba al amigo!
“Aaaaahhh y ¿dónde estamos, dónde estamos? Estamos en Alemania, se habla en
alemán. Si yo voy a Inglaterra, se habla en inglés, ¿o no es así? “ decía el
revisor, mientras avanzaba por el pasillo buscando la complicidad de un grupo
de abuelitas alemanas que iban en unos asientos más allá. Yo ya estaba
descojonada sólo de ver los gestos del revisor, cuando nuestra compañera de
asiento gritó su frase épica,
la que la encumbró como Personaje
del viaje, y que todavía usamos como chiste privado… “ dis is a yuropian comiunitiiiiii !!! “. ¡Y la pongo como así, como sonó! Si
aún me salta la carcajada con recordarlo, imaginen en ese momento, yo intentaba
ponerle sonrisa comprensiva pero debía parecer gili apretando tanto los labios
por no estallar en risotadas. Para terminar de redondear su actuación, la
señora sacó el móvil y llamó a alguien a quien saludó en italiano y acto
seguido empezó a contar en inglés su polémica con el revisor, que había sido very rude porque en München la gente era
very local. Yo creo que esto lo hizo
para que la entendiésemos los demás, como para buscar apoyo moral o algo,
porque después de eso... ¡siguió la conversación en italiano! Y se despidió con
un "Va bene, caro mio, Bruno, carissimo, ci vediamo a Roma, ti amo, ti amo!!!"
Me imagino el careto del Bruno cuando su carissima
empezó a hablarle en inglés y me da la risa one more time.
Como
buen Personaje no dudó en avalanzarse sobre el primer sitio libre que quedó en
otro grupo de asientos menos concurrido, y este fue el momento que aprovechó el
chaval de los cascos, que había salido de su letargo después del yuropian comiunitiii, para entablar
conversación con nosotros. Y es que ese momentazo había que comentarlo, aunque
fuera entre desconocidos. Despúes de especular sobre si Bruno sería su hijo o
su amante, nos olvidamos de la señora y empezamos a contarnos nuestro
itinerario. Así supimos que era canadiense, estaba de viaje mochilero por
Europa, venía de Berlín, había pasado por München y ese día haría la visita al
castillo y a la vuelta partiría hacia Salzburgo, aprovechando el Bayern-Ticket.
Josh, que así se llamaba, también nos regaló momentos memorables, como los
bocatas que se hacía con todo tipo de embutidos megaolorosos (según él se había
comprado los más raros para probar la comida local), o cuando nos dijo que las
salchichas alemanas había que pelarlas ¡porque la piel era el intestino de un
animal!
Volviendo
a la información útil, cuando el tren llega a Füssen los autobusillos están
justo al lado de la estación. Son fácilmente reconocibles por la cantidad de
gente que se sube y porque en el cartel luminoso van marcados como To the castles. Y es que hay dos
castillos en Hohenschwangau,
aunque a nosotros el segundo no nos llamó la atención y no fuimos. De todas
formas hay gente que opina que es mejor que Neuschwanstein, así que no lo
descartéis.
Mapa para ver los castillos de Neuschwanstein y Hohenschwangau |
El autobusillo para
justo en el punto de información, perfecto para conseguir un mapa y preguntar
por las opciones para subir al castillo. Hay 3 modos: en otro autobús que se
pagaría aparte, en coche de caballos (wtf?) o andando. Yo recomiendo hacerlo
andando si el tiempo lo permite, porque merece la pena la subida por un
bosquecito súper frondoso con el verde más verde que te puedas imaginar.
Hay opción de
visitar el castillo por dentro, aunque no es algo que me llame la atención.
Para quien quiera, lo mejor es comprar las entradas por internet para no tener
que hacer cola, y además, ¡las entradas se compran abajo, antes de subir al
castillo!
Si como nosotros te
conformas con verlo por fuera, imprescindible acercarse al puente de María
(Marien-brücke), desde donde se pueden tomar algunas de las mejores fotos de
este castillo de cuento, que fue el sueño de un Rey Loco y en el que se inspiró Walt Disney para el castillo de la
Bella Durmiente en Disneyland.
Imprescindible si se va por esa zona, la visita al "Castillo de Walt Disney". Yo fui con un grupo de amigos en 2011. Nosotros sí que pasamos a visitarlo y aunque no difiere mucho de lo que viene siendo un castillo antiguo, verlo no está de más, yo lo que más recuerdo es la enorme cocina que tenía. Recomiendo reservar el horario de visita desde España, creo recordar que había dos filas y va mucho más rápida en la que se
ResponderEliminarCoincido con Sio, en lo de de que si se puede, se haga dando un paseo. Es verdad que es cuesta arriba pero merece la pena y desde la zona del castillo se hacen unas fotos estupendas.
Muy bien explicado cómo llegar, así que no hay excusa para no ir!!